Siempre he sido un contradictor religioso, me cuestiono una y mil veces las injusticias que pasan en este mundo adolorido. Si hay alguien que discute constantemente con el de arriba, ese soy yo.
Desde muy pequeño comencé a refutar todo lo que nos enseñaban en el colegio ultra católico en el que estudié, no entendía porque todo lo de Dios decían era tan perfecto pero cuando miraba las noticias o veía lo que sucedía en la ciudad violenta de los 90´s me daba cuenta que no lo era tanto.
Dios para mi ha sido un ser imperfecto, que como todos los humanos comete errores y que cuando voy un poco más allá entiendo que no tiene el control total de este mundo desquiciado. Es un Dios tan humano que a veces parece que le gusta ver sufrir a la gente sin distingo de raza, posición social, sexo o nacionalidad.
Es extraño; que cuando tengo necesidades serias y pido; no tiene en cuenta tanta critica y de alguna forma envía ayuda que calma esa necesidad.
Esta semana entendí dolorosamente, la frase que tantas veces repite mi madre en ese envidiable mundo de fe que la acompaña: "Dios sabe como hace las cosas..." una frase que a veces parece demasiado acomodada para calmar los dolores de la vida, pero que en esta ocasión en especial entendí su verdadero sentido.
Cuando mi papá murió; entré en un eterno dilema de si creer en Dios o no creer por el golpe que esto significó para mi y mi familia; en ese momento ya tenía muchas dudas y ese revés de la vida hizo que esa duda creciera como espuma, fue una pelea mental que me acompaña hasta estos días.
Hoy tengo un dolor enorme en mi alma; de esos que no se van fácilmente y aunque mi extraña forma de creer en Dios me hace malas pasadas, hoy quiero decirle a ese Dios humano e imperfecto que le agradezco la oportunidad de permitirme ser papá por 10 semanas.
¿Muy poco? Tal vez si, pero me quedo con esos momentos de felicidad enorme que viví durante estos días, me quedo con esa mañana de enero en que mi amada me dió el mejor regalo de aniversario, me quedo con las muchas lloradas de felicidad que me cogián en la calle como si yo fuera la embarazada, me quedo con esas noches de música nocturna para darle las buenas noches a un bebé que tenía como nombre amapola, sesamo, lenteja, garbanzo, frijol, uva y aceituna, me quedo con todas las mordidas de labios que tuve que hacer para no contarle a todo el mundo que estaba en embarazo pero que el miedo finalmente vencía, me quedo con la tranquilidad de saber que tengo la mejor compañera de vida conmigo, me quedo con la alegría de ver crecer esa barriguita que dormía a mi lado todas las noches, y finalmente me quedo con la idea esperanzadora de que hoy después de viejo entendí por fin la frase de Margarita: "Dios sabe como hace las cosas..."
Los años hacen que la mente sea más fría y menos pasional. No estoy ofendido con ese Dios, por el contrario estoy más que agradecido. Gracias, gracias, gracias.
