martes, 17 de mayo de 2016

El viejo Tom y yo

Y si... debo reconocer que los gatos nunca han sido los animales preferidos para mi; si me dicen gatos o perros yo siempre elegiría perros sin duda alguna. ¿La razón? Esos seres extraños que observan fijamente a las personas como si quisieran hipnotizarlas para después poder atacarlas, producen en mi corrientazos de incomodidad que no logro describir.
Nunca me he sentido con la confianza de jugar con un gato, ni siquiera una simple caricia; soy una gallina me dicen; y exactamente eso lo creo al pie de la letra: "soy una gallina" y los gatos atacan a las gallinas para jugar con ellas o para comérselas.

Hace tiempo conocí un gato muy bonito y peludo llamado Tom; era el gato de mi amada y debido a ello lo tuve de cerca muchas más veces de las que hubiese deseado y siempre pero siempre lograba incomodarme, a tal punto que a donde el llegaba yo inmediatamente me tenía que ir. Su mirada como la de todos los mininos producía en mi un escozor vil y a veces hasta penoso.

Él mandaba en esa casa, era el amo y señor; si quería molestarme simplemente se paraba en frente mío y me miraba fijamente sin parpadear. Si quería hacerme ver como un don nadie enfrentado al miedo, se paraba en la mitad del pasillo y no me dejaba pasar. Si quería alejarme de su dueña llegaba sin pedir permiso y se montaba en sus piernas. Si quería que yo no estuviera en la cama de su mujer (que era la mía cuando el no estaba) se montaba y me hacía ir a otro lado. Si quería llamar la atención de mi amada simplemente maullaba. Si quería que yo no me sentara en su silla preferida se trepaba en un lugar en el que yo lo viera y yo ya sabía lo que eso significaba.

Nunca le conté a nadie que hacía concursos mentales con Tom; jugábamos al que más aguantara la mirada sin parpadear; nunca le gané. Nunca... En serio nunca!!


Ayer, el viejo Tom se cansó de vivir; se cansó de brincar con la agilidad que sólo el tenía, se cansó de jugar con dos niñas que lo criaron desde pequeño, se cansó de corretear con tres pequeños que eran igual o peor de enérgicos que él, se cansó de hacer pilatunas, se cansó de los mimos exagerados de su abuelo, se cansó de esconderse para que todos sufrieran hasta más no poder al no encontrarlo, se cansó de dañarle las sillas de la sala al abuelo, se cansó de la vida porque simplemente ya había vivido todo lo que un gato feliz vive en este reino humano.

Alguna vez leí que los gatos al morir van a un reino en el que todos los días llueve atún, en el que hay árboles que suben hasta el cielo y en el que hay más cajas de cartón que cualquier otra cosa; en ese mismo reino, los que mueren de viejos se revitalizan y los que mueren de enfermos se alivian.

Estoy completamente seguro que Tom estará feliz allá, porque podrá volver a hacer las locuras que por su edad ya no podía realizar.


En honor al viejo Tom, que se cansó de vivir en este loco mundo de locos... buen viaje ñato.


El viejo Tom

Solo puedo agradecer...

Siempre he sido un contradictor religioso, me cuestiono una y mil veces las injusticias que pasan en este mundo adolorido. Si hay alguien qu...